Los vecinos de Apatzingán andan preocupados estos días por el cierre de pizzerías en Manhattan y de fábricas de zapatos en Chicago. Esta ciudad del Estado de Michoacán, vive abrazada a los vaivenes económicos de Estados Unidos.
No solo por sus exportaciones de limón y papaya, sino también por las cuantiosas remesas que recibe de las familias que emigraron al vecino del norte para probar suerte.
Con la crisis económica desatada por el SARS-CoV-2 y la caída de los envíos de dinero, ese abrazo se ha vuelto un ancla. En México está en juego la solvencia de los más de dos millones de hogares que las reciben.
SEGUNDA FUENTE DE DIVISAS
Las remesas son un lubricante importante para una economía estancada como la mexicana. Son la segunda mayor fuente de divisas extranjeras y representan alrededor del 3% del PIB del país, tercer receptor a escala mundial, solo por detrás de India y China.
En Estados como Michoacán o Oaxaca, con un 46% y un 66% de la población en pobreza respectivamente, los envíos de dinero suponen más del 10% de la economía local.
Más de 16 millones de personas han solicitado ayudas de desempleo en EU desde el inicio de la crisis. La comunidad migrante, que habitualmente se emplea en el sector servicios o en la construcción, es una de las más afectadas y las remesas son un termómetro de ese malestar y de esta terrible crisis económica, reporta El País.